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Historia de los Países Bajos

 

El Reino de los Países Bajos consta de los Países Bajos y las islas en el Caribe: las Antillas Neerlandesa's y Aruba. Junto al nombre oficial de Países Bajos, se suele utilizar mucho la denominación Holanda.

El nombre de "Holanda" se deriva de la palabra "holtland", que significa "país de la madera". Pero esta denominación es, en realidad, el nombre de las dos provincias costeras occidentales, Holanda Meridional y Holanda Septentrional, que han desempeñado un papel importante en la historia.

 

Holanda es el nombre de una región en la zona centro-occidental de los Países Bajos. Holanda fue una provincia del Sacro Imperio Romano y luego el miembro principal de la República de las Siete Provincias Unidas de Las Tierras-Bajas (1581-1795). Debido a su importancia histórica en la región, el nombre Holanda se usa frecuentemente como el nombre del país, aunque no es el nombre oficial. Sin embargo, hubo una época en la que, en efecto, este país llevaba el nombre Reino Napoleónico de Holanda.

Orígenes de Holanda

 

Holanda, Bélgica, Luxemburgo y una parte del norte de Francia, forman la región denominada Países Bajos. Los primeros ocupantes de estas tierras llegaron tras la retirada de los últimos glaciares, y entre ellos se cuentan desde los cazadores y recolectores de alimentos hasta las culturas más elaboradas que encontraron los romanos.

 

Al llegar los romanos, en el último siglo antes de la era cristiana, la región estaba habitada por celtas y germanos. El Imperio nunca pudo ocupar la zona de los frisones, al norte del Rhin, y se estableció en el delta, donde formó las provincias de Bélgica y Germania Inferior.

 

Los Frisones

 

Los frisones vivían de la pesca y la cría de ganado, mientras en el sur se practicaba la agricultura en torno a villas o centros poblados. A mediados del siglo III, la invasión de la tierra por el mar trastocó completamente la base económica de la región.

 

El fortalecimiento de las tribus germanas obligó a Roma a cederles la custodia de las fronteras del imperio, como hizo con los francos en Toxandria y Brabante (Brabant). La separación del idioma romance y el germánico coincidió con el límite del Imperio Romano, que dividió a los Países Bajos por la mitad.

 

Los frisones mantuvieron su independencia hasta el siglo VIII, en que los francos y la Iglesia Católica Romana iniciaron una fuerte ofensiva. A fines del siglo, la región estaba sometida a los francos, bajo la dinastía de los Pepin primero y los carolingios después.

 

Los principados

 

La decadencia del Imperio Carolingio trajo gran inestabilidad hasta el siglo X, cuando surgieron en esta región varios principados, en una relación feudal con los reinos de Alemania y Francia. Los frisones permanecieron sin autoridades soberanas.

 

Surgieron principados seculares en Flandes (Vlaanderen), Henao (Hainaut), Namur, Loon, Holland, Zeeland y Güeldres (Guelders), y ducados en Brabante y Limburgo. En los principados de Utrecht y Lieja (Liège), la autoridad secular coincidía con la religiosa.

 

Los principados buscaban mayor libertad de la autoridad real. Flandes fue pionero en establecer una eficiente administración, seguido por Brabante, Henao y Namur. La designación de sus obispos marcó el fin de la influencia alemana y estrechó los lazos entre los principados.

 

Francia intentó someter a Flandes pero fue derrotada en la Batalla de los Espolones, en 1302. El equilibrio de fuerzas entre Francia e Inglaterra permitió a la región preservar su autonomía.

 

El crecimiento de la población forzó la apertura de nuevas tierras para explotar. En la costa, los monjes de Cister y Premonstraten fueron muy activos en la construcción de diques, que primero sirvieron para defenderse de las mareas y luego se usaron para ganar terreno al mar.

 

El éxito de los polders

 

Desde el siglo XI, los frisones desarrollaron un sistema de drenaje que hacía bajar el nivel del agua y dejaba la tierra apta para pasturas y otros cultivos agrícolas. En los siglos XII y XIII, esta técnica se aplicó para convertir una vasta zona pantanosa de Holanda y Utrecht.

 

Esa zona, la costa de Flandes y Friesland, adquirió gran importancia económica. En los siglos XII y XIV, la lucha contra el mar y las áreas fluviales, tuvo tal dimensión que se crearon organismos administrativos para coordinar la construcción de diques y el uso de las aguas.

 

La extensión de las tierras y de la población generó un crecimiento, no sólo en la agricultura sino también en la industria y el comercio. En las nuevas ciudades surgieron clases con aspiraciones autonomistas. Los comerciantes tenían un juramento de cooperación, para mantener la ley y el orden.

 

Las ciudades se convirtieron gradualmente en centros independientes, con poder para efectuar acuerdos comerciales, políticos o militares, con otras ciudades o con el príncipe. La ciudad era propietaria de su territorio y sus miembros no dependían de autoridades externas.

 

Segunda mitad del siglo XIV

 

En la segunda mitad del siglo XIV, los duques de Burgundy (de la casa real francesa de Valois) dominaron gran parte de los Países Bajos e intentaron crear un estado centralizado. Un movimiento intentó anular la centralización, en 1477, pero el ascenso de los Habsburgo lo detuvo.

 

Luteranos y anabaptistas tuvieron dificultad para entrar en los Países Bajos, mientras el calvinismo ganó rápida aceptación en las clases populares y los intelectuales. La represión llevó a muchos calvinistas al exilio, pero no dejaron de influir en la rebelión de 1567 contra al absolutismo.

 

El malestar popular se unió con el deseo de autonomía de la nobleza y el patriciado urbano. La rebelión triunfó primero en Holanda y, tras la derrota de las tropas españolas, se extendió a todas las provincias, hasta la firma de la Pacificación de Gantes (Gent), en 1576.

 

Tres años después, por razones de orden geográfico, económico, político y religioso, surgieron dificultades para mantener la unión. En 1579, se fundaron las uniones de Arrás, en el sur, y de Utrecht, en el norte, dentro de la unidad mayor formada por los Estados Generales.

 

La Unión de Utrecht se constituyó en un estado único a través del Acta de Abjuración de 1581, en que los Estados Generales confiscaron la soberanía del rey Felipe II. Holanda era la mayor fuerza económica y política de la Unión, por lo que los pobladores del nuevo estado comenzaron a ser llamados holandeses.

 

La tregua de los doce años

 

Durante la Tregua de los Doce Años con España (1609-1621) se agudizaron las controversias dentro de la Unión. La colaboración en la guerra entre la provincia de Holanda y la Casa de Orange se convirtió en gran rivalidad. Se le agregó la disputa sobre la relación del Estado con la Iglesia.

 

En 1618, Mauricio de Orange, con el apoyo de los Estados Generales, hizo ejecutar al líder del partido principal de Holanda. Al final de la tregua, se reanudó la guerra con España, que obligó a ambos rivales a unirse nuevamente, hasta la firma de la Paz de Utrecht, en 1713.

 

Edad de oro holandesa

 

El siglo XVII es llamado la Edad de Oro en la historia de Holanda, porque el país estuvo en el centro de los acontecimientos, alternando con las potencias de la época. Se habló del nacimiento de una nación grande y orgullosa, de lo cual no se dudó sino hasta fines de ese mismo siglo.

 

La prosperidad holandesa no provino sólo del comercio continental, sino también de sus colonias. En 1602 se creó la Compañía de las Indias Orientales, con bases en Ceilán, India e Indonesia, donde actuaba con poderes de soberanía, tal como hacían Inglaterra y Francia con empresas análogas.

 

La compañía tuvo primero las bases imprescindibles para el comercio, pero el control de la región y de ciertas mercaderías la llevó a ocupar territorios. La administración colonial era autónoma y los holandeses preferían gobernar por medio de acuerdos con los líderes locales.

 

En 1621 se fundó la Compañía de las Indias Occidentales, cuyos mayores beneficios provenían del comercio de esclavos y de la piratería, que operaba fuera de Zeeland, sobre todo contra barcos españoles. Holanda hegemonizó el tráfico de esclavos durante el siglo XVII.

 

En 1648, los holandeses tenían tres grandes asentamientos en América: en el norte, para el comercio de pieles; en la costa atlántica, sus bases para el tráfico de esclavos y el contrabando con las colonias españolas; y en parte de Brasil y de Suriname. De ellos, en 1700 quedaban los puestos comerciales de Curaçao, San Eustaquio (St. Eustatius) y San Martín (St. Maarten), las plantaciones en la Guayana holandesa y Elmina como puerto de esclavos.

 

El poder naval holandés se debilitó en el siglo XVIII, sobre todo después de la guerra con Inglaterra (1780-1784). El país usó parte de sus capitales para comprar bonos de gobiernos extranjeros. La banca de Ámsterdam estaba entonces entre las más poderosas de Europa.

 

Los Patriotas

 

En la década de 1750 surgió el movimiento de los Patriotas, una confluencia de sectores que las políticas gubernamentales estaban desatendiendo, desde grandes banqueros hasta simples artesanos, protestantes disidentes y católicos, descontentos con las arbitrariedades de la monarquía.

 

Los patriotas tuvieron que exiliarse en la invasión prusiana de 1786. Sus esperanzas renacieron con la Revolución Francesa, pero sólo en 1794 Francia pudo contrarrestar a Inglaterra y Prusia, que sostenían a Guillermo V, para proclamar la República Bataviana e iniciar la modernización política.

 

La nueva república declaró la igualdad de derechos de los ciudadanos y cambió el régimen institucional. Se sustituyó la asamblea de Estados Generales por una Asamblea Nacional con representación directa del electorado y se separó el poder ejecutivo del legislativo y judicial.

 

Reino de Holanda

 

En 1806, Francia anexó el estado al Imperio, con el nombre de Reino de Holanda. Cinco años después, Bonaparte incorporó Holanda al reino de Francia, hasta el colapso del imperio. En 1814, llamado por los líderes de Holanda, el príncipe Guillermo I de Orange restauró la monarquía. En el Congreso de Viena, las potencias victoriosas dieron a Guillermo I la soberanía sobre todos los Países Bajos. Durante su gobierno se produjo la revolución belga de 1830.

 

La segunda mitad del siglo XIX marcó la liberalización del gobierno bajo el impacto de las revoluciones que habían sacudido a Europa. La constitución de 1848 se convirtió en la base de la actual democracia holandesa. Bajo su normativa ya no fue posible el gobierno autocrático del monarca y los miembros de la primera cámara del parlamento, que anteriormente eran designados por el rey, pasaron a ser electos por asambleas provinciales. Los miembros de la asamblea y de la segunda cámara del parlamento eran electos por todos los que pagaran un impuesto estipulado.

 

Hacia fines del siglo, el sufragio fue gradualmente extendido y la agitación en pro de la reforma social aumentó significativamente. El encumbramiento de un fuerte partido laborista y de la organización de los trabajadores en sindicatos llevó a que se realizaran reformas. El sufragio universal masculino fue aprobado en 1914 y las mujeres sólo lo obtendrían después de la Segunda Guerra Mundial.

 

Tras décadas de debate sobre la escuela, protestantes y católicos se aliaron contra los liberales y en 1888 obtuvieron la apertura de escuelas privadas. Surgieron nuevos partidos, en torno a ideas religiosas y las ideologías de la época. Al Liberal, el Protestante y el Católico, se agregaron el Conservador Protestante, el Socialista y el Comunista. Como ninguno era capaz de reunir una mayoría, las coaliciones se hicieron frecuentes.

 

Primera y segunda Guerra Mundial

 

En la Primera Guerra Mundial, Holanda se declaró neutral y los partidos acordaron una tregua, para dedicarse a la economía interna y el comercio. La marina mercante había experimentado una recuperación y la industria creció, en especial la textil, la eléctrica y la química.

 

Holanda integró en la posguerra la Sociedad de Naciones, pero reafirmó la neutralidad, cuyo símbolo fue la sede de la Corte Internacional de Justicia establecida en La Haya. Durante las negociaciones de Versalles, Bélgica reavivó sin éxito una antigua reclamación territorial contra Holanda.

 

En la Segunda Guerra Mundial, Alemania atacó Francia a través de Holanda. La reina Guillermina formó un gobierno en Londres. En la resistencia antinazi participaron todos los sectores políticos. La represión alemana fue dura y, al final de la guerra, en el país se padeció hambre.

 

Periodo de post Guerra

 

En 1945, gobierno, empresarios y sindicatos firmaron un acuerdo, que duró veinte años, para controlar precios y salarios. Indonesia conquistó la independencia rápidamente y Suriname en 1975. Holanda tuvo una industrialización acelerada, en especial en la siderúrgica, la electrónica y la petroquímica.

 

Hay capitales holandeses que dominan grandes firmas transnacionales como la petrolera Royal Dutch Shell y Unilever, la mayor productora mundial en el ramo de alimentos y jabones, con filiales o empresas que usan sus patentes en casi todo el mundo. Entre las principales transnacionales holandesas figuran también Philips (artículos electrónicos), AKZO (química), ABN AMRO (banca internacional), ING (banca internacional y seguros) y Heineken (cervecera).

 

En la posguerra, predominó en el gobierno una alianza de laboristas (ex socialistas) y católicos. Holanda abandonó la neutralidad; se integró a la OTAN y a la Comunidad Económica Europea. Asimismo, junto con Bélgica y Luxemburgo formó la alianza económica llamada Benelux.

 

En la década de 1960, las manifestaciones juveniles de protesta contra el sistema adquirieron un alto grado de violencia. Los matrimonios en la familia real se convirtieron también en un tema de controversia pública. La fragmentación por razones ideológicas y religiosas afectó a todas las instituciones holandesas.

 

El éxito de la Izquierda

 

En la década de 1970, el electorado se inclinó hacia el centro y la izquierda. Los gobiernos reformaron el régimen fiscal y realizaron una redistribución del ingreso. El gasto de defensa y la instalación de misiles atómicos de la OTAN en el país fueron los temas más controvertidos.

 

Uno de los países que destina mayor porcentaje de su PNB a la asistencia al Tercer Mundo, Holanda ha mantenido también una política coherente en defensa de los derechos humanos y se opuso siempre al apartheid de Sudáfrica. Sus lazos con Israel lo distanciaron de algunos países árabes.

 

En 1989, el gobierno aprobó un aumento del gasto de defensa de 0,6% en 1990 y 1991, seguido por una suspensión del mismo hasta 1995 y la retirada de 750 soldados destacados en Alemania Federal. La posición holandesa creó malestar en el marco de la OTAN.

 

Actualidad

 

En Holanda existen unas 100.000 haciendas, con alrededor de 120 millones de cabezas de ganado. La cría y el mantenimiento de una cabeza de ganado le cuesta al país 2.000 dólares por año, monto superior al ingreso per cápita de muchos países del Tercer Mundo. Otra característica de la agricultura holandesa es el uso intensivo de plaguicidas, del orden de 20 kilogramos por hectárea por año, que contaminan las napas subterráneas de agua con nitratos y amenazan las reservas de agua potable. A su vez, el alto grado de industrialización y la densidad de la población se hacen sentir en la presencia de metales pesados, nitratos y desechos orgánicos en los ríos, Maas, Rhin y Waal.

 

Debido al alto grado de consumo de la sociedad holandesa, se calcula que cada persona produce anualmente unos 3.000 kilogramos de desechos. En Amsterdam y otras ciudades, muchos edificios de apartamentos están habitados por personas que viven solas, lo cual acrecienta la demanda de vivienda.

 

En momentos en que Holanda ocupaba la presidencia de la CEE, el Parlamento de este país decidió exhortar a los jefes de Estado y de gobierno reunidos en Maastricht, en diciembre de 1991, a condenar toda forma de racismo y a adoptar una legislación que prohiba actos de xenofobia en el continente europeo.

 

A pesar de ello, el país se vio enfrentado a un creciente racismo, aunque en escala menor que en otros países europeos. Tuvo amplia repercusión la muerte de una niña marroquí ahogada en el lago de un parque de la ciudad de Rotterdam, ante cerca de 200 personas, de las que solamente cinco estuvieron dispuestas a salvarla. Siguiendo el ejemplo de la vecina Alemania, Holanda también adoptó, en setiembre de 1993, una legislación restrictiva del ingreso de extranjeros extracomunitarios.

 

Con el fin de contabilizar los daños al medio ambiente, agencias gubernamentales desarrollaron nuevos indicadores económicos y métodos de cálculo del ingreso nacional. La Oficina Central de Estadísticas anunció en 1992 la adopción del índice denominado Producto Bruto Nacional Verde (PBNV). Este indicador mide la pérdida de los recursos naturales de acuerdo con su capacidad de regeneración y a sus impactos sobre las comunidades locales.

 

Los partidos de la coalición de gobierno sufrieron un serio retroceso en las elecciones locales de marzo de 1994, que evidenciaron el crecimiento de la extrema derecha xenófoba. El 22 de agosto, Wim Kok asumió como primer ministro.

 

Por segundo año consecutivo, en 1995, el complejo sistema hidráulico holandés mostró fallas, provocando la inundación de vastas áreas del sur y centro del país.

A fines de 1996, los índices de desempleo marcaron una disminución a 6,6%. El crecimiento fue de 2,7%, debido, entre otras cosas, al aumento de las exportaciones y a una recuperación del consumo interno.

 

En diciembre de 2000 se aprobó un proyecto que le otorga a los matrimonios gay el mismo estatus legal que a los heterosexuales. Otra ley aprobada al mismo tiempo les da mayores derechos para adoptar niños. La ley fue aprobada por una amplia mayoría y sus partidarios afirman que le da a los gays mejores derechos que en cualquier otro país europeo.

 

El Tribunal Criminal Internacional para la ex-Yugoslavia (ICTY por su sigla en inglés) marcó un mojón histórico en julio de 2001, sentenciando a 10 años de prisión a un paramilitar croata que fue convicto por violación y tortura al no haber detenido un ataque sexual realizado por un soldado bajo su comando. El tribunal de apelaciones del ICTY, compuesto por cinco miembros en el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, rechazó todas las bases con las cuales la defensa trató de hacer anular la sentencia del 10 de diciembre de 1998 contra Anto Furundzij. La sentencia reafirma el juicio original de 1998, que amplió la definición de la violación como crimen de guerra y lo sentenció a 10 años de prisión como "co-perpetrador de torturas" y 8 años por "ayudar e incitar" a la violación. 

 

En enero de 2002 entró en vigencia una ley votada por el senado un año antes, legalizando la eutanasia. La aprobación convierte a Holanda en el primer país en el mundo en legalizar la muerte piadosa. La nueva ley permite poner fin a la vida de un paciente bajo criterios que deben seguirse de forma estricta: éste debe sufrir un dolor intolerable y constante y debe haber solicitado en repetidas ocasiones que se lo deje morir. Asimismo, el facultativo debe pedir una segunda opinión médica. Por último, se debe provocar el fin de la vida en la forma médica apropiada.

 

El 16 de abril de 2002 renunció el gobierno en pleno al admitir su responsabilidad en la masacre de Srebrenica, durante la guerra en Bosnia en 1995. El informe oficial, de 7.600 páginas, estableció que las fuerzas de seguridad holandesas en la zona, cascos azules bajo mandato de Naciones Unidas, no hicieron nada por impedir la matanza de 7.000 bosnios musulmanes a manos de los serbio bosnios. Las víctimas fueron "evacuadas" de la zona de seguridad de Naciones Unidas por las tropas holandesas, permitiendo su posterior asesinato. El informe acusa también a la ONU por no enviar a los cascos azules con un mandato claro y las armas necesarias para defender la zona. Los soldados holandeses tenían limitado el uso de la fuerza y de las armas a casos de defensa propia. La renuncia del gobierno se produjo semanas antes de las elecciones parlamentarias fijadas para el 15 de mayo.

 

En mayo de 2002 fue asesinado el líder de ultraderecha Pim Fortuyn en la ciudad de Hilversum. El gobierno holandés tomó la decisión de realizar las elecciones en la fecha fijada. El líder ultraderechista -con una intención de voto alta en las encuestas- había declarado recientemente que Holanda debía cerrar las fronteras a la inmigración y que el Islam era una religión retrógrada. Dentro de sus propuestas pre-electorales estaba también el despido del 25% de los empleados del estado. La policía detuvo a un hombre blanco de 32 años en cuya casa se encontraron municiones del mismo calibre que las usadas en el asesinato.

 

Las elecciones parlamentarias llevadas a cabo el 15 de mayo dieron como triunfadora a la democracia cristiana con 43 bancas. Su líder, Jan Peter Balekenende, fue elegido primer ministro en Julio. El partido de Fortuyn -la Lista de Fortuyn- obtuvo el segundo lugar, con 26 bancas.

 

La coalición de centro-derecha encabezada por Balekenende se derrumbó a causa de las violentas luchas internas entre los integrantes de la Lista de Fortuyn, en permanente disputa por administrar el considerable caudal de votos obtenido en las elecciones parlamentarias de mayo. Nuevas elecciones generales fueron fijadas para el 22 de enero de 2003.

 

En los comicios generales del 22 de enero de 2003 el Partido Demócrata Cristiano holandés obtuvo la mayoría de votos, mientras que el Partido Popular por la Libertad y la Democracia y el Partido Demócrata 66 (conservador) ocuparon el segundo y el tercer puesto, respectivamente. Los tres partidos accedieron a conformar un gobierno de coalición y a mantener a Balkenende como primer ministro. Balkenende se propuso atacar el déficit fiscal y el desempleo, mediante recortes en los gastos del Estado.

 

En abril de 2004, más de 100 pinturas que fueran saqueadas de Holanda primero por los nazis, quienes las sumaron a la colección privada de Hitler, y luego en 1947, robadas por la armada roja que las trasladó a la ex Unión Soviética, fueron oficialmente devueltas a Holanda por el presidente ucraniano Leonid Kuchma. Las pinturas estuvieron guardadas en Kiev por más de 50 años y fueron presentadas al premier holandés Balkenende en el palacio Mariinsky, de la capital ucraniana.

 

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